domingo, 31 de octubre de 2010

Ciclo Ciencia y Biblia – Descubriendo Universos “CONSTRUYAMOS UNA HISTORIA EN LA DIVERSIDAD”
18 de septiembre de 2010 – Villa Ocampo, Buenos Aires
“El respeto por la persona permite que haya encuentro”
Miguel Tauszig y el padre Aldo Ranieri compartieron experiencias y reflexionaron sobre el desafío de enriquecer a la humanidad a partir de las transferencias y los intercambios entre las culturas
El aroma de las madreselvas en el aire de Villa Ocampo, entremezclado con el perfume de las thumbergias y jazmines, daba cuenta de la proximidad de la primavera también en las barrancas de San Isidro.   El salón comedor, uno de los lugares de la casa que cobijó a grandes personalidades de la cultura del siglo XX, se convirtió el sábado pasado en el espacio de escucha y participación del tercer encuentro del año del ciclo “Descubriendo Universos”, organizado por Exprinter Viajes, Editorial San Pablo, Fundación Solydeus y Villa Ocampo como institución anfitriona. 
Bajo el título "La palabra, puente entre culturas". Un camino hacia la paz, Miguel Tauszig, especialista en pueblos originarios, y el padre Aldo Ranieri, especialista en lectura semiótica y bíblica,  abordaron, junto a un receptivo auditorio, el encuentro del mundo de las ciencias y del mundo bíblico. 
PUEBLOS, PALABRAS Y EXPRESIONES
La calidez de la madera y la amplitud de los ventanales, que dejaban entrever los árboles añosos que parecían desaparecer del jardín al asentarse la oscuridad nocturna, hicieron de marco del discurso, en primer lugar, de Miguel Tauszig, quien enfatizó en el valor de interpretar a una cultura no desde la propia estructura mental.  “Para acercarnos a una cultura, debemos mamar de ella”. 
Para dimensionar la riqueza que significa la diversidad cultural, Miguel mencionó cinco visiones de un mismo tema: la caridad.  “En vez de decir quién tiene razón-recalcó- podemos pensar en cómo estas visiones se complementan”.  Para el cristianismo la caridad es un acto que viene del corazón, es un acto de amor (del latín cáritas, amor, y de carris, corazón).  En el caso del judaísmo, la caridad sería acto de enmienda, de restablecer la justicia (caridad vinculada con la palabra tzedacá: tzedac, justicia).  En la tradición musulmana, la caridad se vincula con el “ser de servicio”.  Existe un lema muy interesante: “no seas tan ignorante como para privarte del honor que te otorga quien requiere tu asistencia”.  En el caso de los budistas, ellos no hablan de caridad, sino de compasión, de una actitud del ser humano hacia el cosmos, la naturaleza, los animales, los hombres; poder sentir el sufrimiento de otro.  En los pueblos originarios, la caridad se relaciona con la decisión de sentir la comunidad como tal.
Este sentido de comunidad se acompaña con las leyes que los pueblos andinos descubrieron en las áreas social y económica.  Vivieron durante siglos en las zonas andinas en comunidades agrarias, con terrenos y animales propios, y si alguien necesitaba algo, otro miembro de la comunidad se lo daba. Esta es la primera de las leyes, la de la reciprocidad: de uno para todos (“ayti”).  A continuación, la ley de la solidaridad: todos para uno (“minca”).  Por último, la ley de la mancomunidad, de todos para todos (“yupanacu”). Miguel, planteó que “estas leyes, nos pueden motivar a aplicar en nuestra realidad el sentido de comunidad, son un buen punto de partida para encontrar  nuestro camino hoy”. 
VIVENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD Y LA INTERCULTURALIDAD
A continuación, habló el padre Aldo Ranieri, sacerdote salesiano nacido en Turín, que a los 28 años llegó por primera vez a la Argentina.  Relató su experiencia de trabajo como misionero, durante siete años, con mapuches de la zona de Esquel, en la provincia de Chubut.  Dibujó más de una sonrisa con su personal manera de contar sus vivencias y, de la carcajada, llegó directo al corazón.  “Fueron años muy lindos”, repetía.  “Después de un año en Chubut, me di cuenta de que cuando yo decía Dios, ellos entendían una cosa, y yo entendía otra”.  Se preguntaba: “¿qué hago, cómo empiezo a hablar de Dios y de Jesucristo a este pueblo?”.  Había dificultades en el entendimiento de la palabra, para los mapuches “Dios” es el conjunto de todos los muertos en el cielo.  “Venía de un mundo distinto. Ellos eran mapuches y yo, tano”.
Habló de las características del pueblo mapuche, acompañando su narración con fotos.  Relató que los mapuches participaban de las misas que oficiaba, y que él los acompañaba en sus fiestas religiosas, ligadas a la tierra, danzando y tocando instrumentos, como la trutruka.  Dentro de las virtudes del pueblo mapuche, rescató el respeto por los mayores, ya que los consideran intermediarios entre Dios y la gente.  “Además, me admiraba de la fe con la que rezaban, sabiendo que dependían de El”, admitió.  El padre Aldo explicó que respetaban uno de los principios de la sabiduría: el temor del Señor, aceptando la creaturalidad y la  providencia.  “Cuando entro, con respeto, en otra cultura, y a otras personas, hay encuentro, y el Espíritu Santo ya actuó”, concluyó. 
UNIDOS POR LA PALABRA Y LA ESCUCHA
En sintonía con el espíritu de la reunión, de forma sincronizada, los asistentes se pusieron de pie. En sus aplausos se percibía agradecimiento a los oradores, y alegría por el momento compartido con desconocidos tan diversos, pero cercanos a la vez, de los que aprendieron, se enriquecieron, crecieron.
Victoria Ocampo, quien mucho sabía de la riqueza de la diversidad de culturas debido a su apertura a pensadores de distintos países, expresó con sabiduría el valor de la diversidad en la relación entre los hombres y las mujeres:"(...)nacerá una unión, entre el hombre y la mujer, mucho más verdadera, mucho más fuerte, mucho más digna de respeto. La unión magnífica de dos seres iguales que se enriquecerán mutuamente puesto que poseen riquezas distintas”.